Hoy me voy a dedicar a contarles la historia de mi vida. La historia de mi vida es una historia que no es la mejor, ni la más original pero que, aún así, es la historia de mi vida.
¿Nunca se despertaron en una etapa de sus vidas y se dieron cuenta de que, por alguna extraña razón, eran más felices enamorados que solos?
Aquí es donde hago el primer y último stop para pedirles a todos aquellos los que lean esta pregunta y contesten internamente "no" que se retiren porque este post les va a parecer una estupidez. Y se imaginarán que, con esta pregunta como disparador de texto, estoy prendida fuego a esta altura y, realmente, no me interesa lo que piensen Uds. de mí.
Lamentablemente, para gente desafortunada como yo y espero que para más gente, la respuesta es "sí".
No sé, preferimos estar enamorados. Estamos enamorados de una sonrisa, de estar feliz. Estamos enamorados de alguien, estamos enamorados de los dos juntos, cuando estamos juntos. Estamos enamorados del amor.
Dios, se que suena enfermizo, pero nosotros no elegimos vivir así, ni pensar así, ni nada. Realmente creo que fue algo que se malformó genéticamente en nosotros en la etapa feto.
Lo queramos o no, es así: Estamos enamorados del amor.
La historia de mi vida, y te lo digo con una triste canción de The Smiths de fondo, es estar enamorada de estar enamorada. Sí, así es, señores.
No poder vivir feliz con vos mismo estando solo, no es lo peor. Lo peor es que cualquier acercamiento de medio segundo que tengamos con un posible candidato es ya suficiente para que nuestra ilusión pegue un salto a la luna y se de un paseo por el imaginario, en el que estamos casados, tenemos hijos y nos amamos. Corazones cayendo.
No confundamos desesperación con problemas psicológicos. Repito, no tenemos la culpa de haber sido traumados por alguna experiencia en nuestra infancia provocada, seguramente, por nuestros padres.
Y esa es la historia de mi vida. La historia de mi vida es estar fallada de fábrica y sentir que cada hombre que da vuelta la esquina es, potencial y verdaderamente, el hombre de tu vida. Con quien congeniaremos perfecto, tendremos perfectos hijos y seremos respetadas y amadas por siempre. Pero, en su lugar, lo único que genera esto es una total y completa desilusión cuando nos damos cuenta de que ese hombre que estaba comprando unos chicles en el kiosco, no era más que un tipo más que no quería casarse. O tal vez sí, pero no contigo o no en ése momento.
Manejar el fracaso
Manejar el fracaso es algo complicado para la mujer moderna. Hoy en día, nuestra sociedad va tan rápido... No podes pensar en nada que ya terminó. Sin ir más lejos, ayer estaba empezando una carrera universitaria y hoy me recibí. Los mandados son para ayer. Las relaciones duran a penas tan poco como las baterías de los smartphones. Y, aunque sé que es triste que esté escribiendo sobre esto el día en que me recibí en lugar de estar festejando con alcohol etílico en las calles, esto es simplemente la prueba fehaciente de nuestro problema: La felicidad de las grandes cosas se ve opacada por estos inminentes enamoramientos repentinos que nos movilizan el piso.
Perdón, dije que iba a hacer solo una aclaración, pero me parece super importante hacer una más: Sé que es disparatadamente posible que algún hombre que salió conmigo recientemente lea esto, ate cabos, y termine creyendo que algo de esto tiene que ver con él. Seguramente, en este mismo momento, esté sosteniendo un sentimiento de orgullo en su interior que dice algo así como: "Qué genio, tuvo un re enamoramiento conmigo". Lamento decirles que entraron en el momento y lugar equivocado, porque les tengo una noticia, si leen de nuevo con cuidado y dejando de pensar por un segundo en tetas, podrán dilucidar entre líneas que: ME PASA CON TODOS. ERGO, NO FUERON ESPECIALES UN CARAJO.
Sí, yo tendré un problema, pero vos no fuiste mi príncipe azul y eso ya me hace feliz.
Volviendo al tema, este grave asunto nos opaca la vida. Me acabo de recibir, después de años de estudiar y morir de angustia yendo a la facultad y estoy acá en la oscuridad escribiendo la triste historia de mi vida. No se preocupen, es temprano para salir todavía, para lo que no es temprano es para cambiar. Fuimos, somos y seremos toda la vida así y esta sociedad no nos benefició. No nos benefició en las tendencias a ser raquíticas, no nos benefició en las tendencias de ser perfectas, no nos iba a beneficiar en las tendencias de enamorarse para siempre. No anduvimos con suerte luego del dadaísmo, en la modernización la gente comenzó a pensar que no era realmente necesario juntarse para toda la vida, o ser fiel, o amar a alguien. Y está bien, no podemos ir en contra de cada movimiento cultural que nos sorprenda con ideas opuestas a las nuestras, sólo que no podemos vivir con eso y, encima, ser felices solos.
Así como no podemos vivir solos, tampoco podemos ver que hay gente que esta enamorada y es correspondida, mientras nosotros pasamos nuestra vida escribiendo posts como este. Esa es la simple realidad.
La otra triste triste historia
Pensando muy profundamente, y luego de hacer varios análisis, entendí algo: Mi vida tiene compulsión a la repetición. Es darse cuenta cada día cuando miro un poquito para atrás. Hombres facheros que parecen perfectos, que parecen sinceros, que parecen bla bla bla...
Y, al principio, vemos todo perfecto. Hasta ese momento, todo está encaminado. Sólo hasta ese momento, porque al momento siguiente se le escapa un hilo de su verdadero yo que es notorio y ridículo. Nosotros, en lugar de tirar del hilo para ver como se desarma la prenda poco a poco, simplemente metemos el hilo para adentro, lo ponemos de nuevo en su lugar.
No queremos ver nada de esa verdad inminente. La fachada nos sienta mejor, pensamos que estos pequeños defectitos, una vez enamorados, se pueden limar.
Entonces, continuamos hasta que la fachada se cae sola y, tengo una noticia para Uds.: LA GENTE NO CAMBIA. LA GENTE NO SE LIMA (no es una uña de mierda). LA GENTE NO PUEDE ESCONDER COMO ES REALMENTE (simplemente miente). MIENTE MEJOR.
MIENTE LO MÁS QUE PUEDE (hasta conseguir lo que quiere).
El mundo vuelve a su lugar y el imaginario, dónde las cosas que antes parecían alborotadas por la tan esperada llegada del príncipe azul, pasa a ser la triste imagen de un electricista gordo, tomando cerveza en un sillón mientras grita: "¿Mabel, hay más cerveza?".
Pero esa no es la otra triste historia de mi vida, la otra triste historia de mi vida es la compulsión. No lo olviden: ME DESENREDO DE UN GORDO ELECTRICISTA PARA ENREDARME CON OTRO GORDO ELECTRICISTA.
Con suerte terminaré casada con un gordo plomero que, al menos, elija casarse formalmente.
Por cierto, no soy tan fea. Pueden ver fotos donde quieran.
¡Felices fiestas!