Todo se había terminado...
Llegué a mi casa, me dispuse a abrir la puerta y, fue en ese momento, que vi mi llavero. Dos pequeños colgantes (estúpidos colgantes) que eran un vivo recuerdo de él.
Mi inconsciente actuó sin darle explicación alguna al cerebro, así que sin meditarlo los arranqué pacíficamente, me acerqué a un tacho callejero y los revoleé, de la manera más feliz imaginada.
Duelo, mode on.
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