Todavía nos levantamos a la mañana, en un día de semana y todavía continuamos bañándonos, cambiándonos y yendo al trabajo. Todavía tenemos objetivos de vida, como lo son aprobar ese final, bajar unos kilos o, a largo plazo, recibirse o conseguir el ascenso. La verdad es que todavía reímos con fuerza y nos alegran y divierten las mismas cosas. Seguimos viendo una y mil veces las películas que nos gustan y seguimos evitando las cosas que odiamos, las personas que nos caen mal.
Todavía hay comidas que no nos gustan y comidas que adoramos. Amigos con los que nos vemos más seguido y amigos con los que no. La materia de la facultad que nos costó aprobar, nos sigue costando. Todavía hay algún problema familiar que no superamos y algún objetivos, o muchos diría yo, que no pudimos alcanzar.
Todavía seguimos soñando, nunca dejamos de soñar... Pero la ilusión que nos provocaba ese amor que ya no está, está muerta. Está agonizando junto a un pequeño tacho de basura en la calle, donde yace una flor seca que tiramos o una foto rota. Claro, seguimos viviendo nuestra vida, pero no podemos parar de pensar el 'y que hubiera sido si...' No podemos evitar acordarnos de cuan ilusionados estábamos y de lo felices que éramos viviendo en esa ilusión. Ese sabor dulce que saboreábamos por las mañana al despertarnos y saber que éramos felices. Esos planes que teníamos por hacer y todas las sonrisas y momentos hermosos que habíamos vivido y que nos faltaban vivir.
Pero todavía sonreímos, porque no podemos llorar para siempre, aunque cada vez la ilusión que se aleja rápidamente nos deja un golpe duro en la frente que nos avisa que se va. Por que eso hace, nos recuerda que se va. Que se fue. En cada calle, en cada gesto, en cada rincón del mundo, en dónde vemos todo lo que pasamos ilusionados.
Día a día no paramos de estrujar recuerdos de eso que ya no está. Y que con cada día se hace más definitivo y más evidente y sabes que tenes un problema cuando abrís la cartera, que yacía desde la noche anterior tirada en el oscuro piso de la habitación, y encontras unas medias negras rotas que, por lo que recordas, habías usado ayer...
Y se vuelve definitivo cuando la única solución que, pensas, te salva de tu actual situación es embriagarte. Tomando como un escuerzo desgargantado vaso tras vaso, mientras tus pares se sumergen en una agradable charla y llevan un ritmo de bebida normal, el cigarrillo se consume y es señal de que hay que prender otro.
Pensando en que debías acabar con esta alienación del fantasma de la ex relación amorosa, acabaste con todo el alcohol y los cigarrillos que habían en el salón.
Alienación se suele a llamar a aquella etapa en la que estas tirada en la cama y cerras los ojos muy fuertes, con el objetivo de que todo vuelva a ser como antes. Todo te da melancolía. Tus esperanzas de volver a ese tiempo pasado y hermoso, en vez de haber disminuido como la regla proporcional lo indica: A mayor tiempo, menos dolor, menos esperanzas, no se cumple y pensas que va a volver, cada 5 minutos.
Todavía hay comidas que no nos gustan y comidas que adoramos. Amigos con los que nos vemos más seguido y amigos con los que no. La materia de la facultad que nos costó aprobar, nos sigue costando. Todavía hay algún problema familiar que no superamos y algún objetivos, o muchos diría yo, que no pudimos alcanzar.
Todavía seguimos soñando, nunca dejamos de soñar... Pero la ilusión que nos provocaba ese amor que ya no está, está muerta. Está agonizando junto a un pequeño tacho de basura en la calle, donde yace una flor seca que tiramos o una foto rota. Claro, seguimos viviendo nuestra vida, pero no podemos parar de pensar el 'y que hubiera sido si...' No podemos evitar acordarnos de cuan ilusionados estábamos y de lo felices que éramos viviendo en esa ilusión. Ese sabor dulce que saboreábamos por las mañana al despertarnos y saber que éramos felices. Esos planes que teníamos por hacer y todas las sonrisas y momentos hermosos que habíamos vivido y que nos faltaban vivir.
Pero todavía sonreímos, porque no podemos llorar para siempre, aunque cada vez la ilusión que se aleja rápidamente nos deja un golpe duro en la frente que nos avisa que se va. Por que eso hace, nos recuerda que se va. Que se fue. En cada calle, en cada gesto, en cada rincón del mundo, en dónde vemos todo lo que pasamos ilusionados.
Día a día no paramos de estrujar recuerdos de eso que ya no está. Y que con cada día se hace más definitivo y más evidente y sabes que tenes un problema cuando abrís la cartera, que yacía desde la noche anterior tirada en el oscuro piso de la habitación, y encontras unas medias negras rotas que, por lo que recordas, habías usado ayer...
Y se vuelve definitivo cuando la única solución que, pensas, te salva de tu actual situación es embriagarte. Tomando como un escuerzo desgargantado vaso tras vaso, mientras tus pares se sumergen en una agradable charla y llevan un ritmo de bebida normal, el cigarrillo se consume y es señal de que hay que prender otro.
Pensando en que debías acabar con esta alienación del fantasma de la ex relación amorosa, acabaste con todo el alcohol y los cigarrillos que habían en el salón.
Alienación se suele a llamar a aquella etapa en la que estas tirada en la cama y cerras los ojos muy fuertes, con el objetivo de que todo vuelva a ser como antes. Todo te da melancolía. Tus esperanzas de volver a ese tiempo pasado y hermoso, en vez de haber disminuido como la regla proporcional lo indica: A mayor tiempo, menos dolor, menos esperanzas, no se cumple y pensas que va a volver, cada 5 minutos.
Pero así se pasan los días y los días pasan, paradojicamente, así es.
ay por dios si yo ANDO en ese camino...-rayos-
ResponderEliminarNo puede ser más angustiante.
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