26.4.09

,lejos

Yo quiero irme de acá
Quiero regar mis propias flores
Quiero verlas florecer sin que nadie más las vea.
Quiero no ver a nadie cuando me levanto.
Quiero aprender a amar el silencio.
Los domingos pasarla sola,
Escuchar música alto.
Correr por todos lados y no dar explicaciones.
Yo te agradezco por todo.
Y nunca te voy a estar más agradecida.
Pero hoy quiero no tener que agradecerte más nada.
Quiero salir volando y verte solo en días de fiestas.
Verte cuando yo tenga ganas y no cuando te tenga que cruzar.
Quiero llorar y no tener que secarme las lagrimas cuando alguien viene.
Gritar y hablar sola, sin que entren a decirme que estoy loca o que soy estúpida.
Quiero cantar sin bajar la voz.
Quedarme dormida en cualquier rincón.
Desatar el nudo del pecho.
Hacer fiestas y fiestas.
Gritas, gritar y más gritar.
Llorar, llorar y mucho más llorar.
Pase lo que pase, estar sola.
Sin nadie.
Me quiero ir, por ahora, lejos.

21.4.09

Creo que estoy obsesionada.

Creo que estoy obsesionada.
Tengo ese estilo de pensamiento que se caracteriza de ideas que sé perfectamente que salen de mí, que me pertenecen, que las vivo. Se me imponen en la conciencia. Suelo considerarlas como absurdas, irracionales, pero vivo fracasando en el intento de reemplazarlas con cualquier otro pensamiento y no encuentro explicación al por qué de esa imposición.
Estoy obsesionada.
El peso de la idea; el rechazo por considerarla absurda, no deseada; y el hecho de reconocer que es mía, propia, me hace dar cuenta de que soy obsesiva y de cuán grande es mi obsesión.
No es normal pensar tanto en algo. En alguien.
Me genera angustia, tensión, y trato de borrar o aliviar esas ideas constantemente, pero en vano.
Me condiciona.
La idea obsesiva, me condiciona. Me define. Hace quien soy.
Puedo traducirla en conducta. ¿Por qué? Por qué me condiciona. Porque condiciona a mi propia conducta.
Porque trato de anular mi idea obsesiva, hasta el cansancio, ejerciendo mi voluntad pero no puedo y siento que no tengo conducta propia, ideas blancas. Mi obsesión me ha condicionado tanto que mi pensamiento se ha vuelto absurdo, tonto, pero sé que al fin y al cabo mi obsesión alivia la angustia.
Tengo aquellas ideas de delirio porque me ansía que pase algo que jamás pasará. Que solo en mi mente ocurrirá. Eso sacia mi angustia mental. La idea obsesiva una vez más me dará la realidad que quiero.
La obsesión quiebra mi voluntad, mi autonomía, hasta mi equilibrio. Me hace ver sometida a mí misma. Alivia mi angustia, pero a su vez desagrada. Amo pensar en mi idea obsesiva, pero a la vez me disgusta hacerlo.
Bajar y subir así la tensión tiene un precio también. Poco placentero, por cierto.
Pero ese sufrir no es más que al nivel del autorreproche, si no me reprocho no puedo seguir, porque la idea obsesiva paraliza.
Si no me lastimo, no puedo continuar. Quiero pensar por mí misma y ser libre de alma otra vez.
El encierro de la obsesión es peligroso. Casi autista. Casi infernal.
Estoy obsesionada.

14.4.09

100vecesNO

Tengo que ordenar mis ideas y decir: Todo pasa por algo.
Las cosas que no pudieron ser no lo serán nunca. NUNCA. Por más que nos esforcemos cada vez más fuerte o que nos hagamos diferentes finales felices en la cabeza o creamos que es cuestión de suerte, no va a pasar.
¿Por qué el ser humano se aferra tanto a lo que no puede tener? ¿Por qué cuesta tanto decir que ya fue y cambiar la escena?
En realidad, la pregunta que más me intriga es: ¿Por qué el hecho de que nos digan que no, genera en las personas una especie de competencia interna a ver si son capaces o no de transformar ese no en un sí?

La teoría de que todo ser humano tiene tendencia al sadomasoquismo.

No nos damos cuenta de que cuando algo es no, es NO. Algunas cosas, puede que cambien a un ni, pero en general, las cosas no cambian… La gente no cambia. Solo uno debe cambiar: En pretensiones, en gustos, en ser menos conformistas, menos detallistas y más comprensivos y abiertos. Pedir menos cosas y dar muchas más. ¿Ahah, sí?
Si te pones a pensar lo injusto que es que uno deba cambiar y que no se pueda esperar que el otro cambie o que algunas situaciones tan determinantes para nosotros sean de otras maneras. Absolutamente tedioso, por cierto, ya que ‘las esperanzas es lo último que se pierden’, lamentablemente, es una frase más que certera. Por más que el amor de tu vida te diga cien veces no, siempre te quedan esas esperanzas estúpidas. Y digo que es una frase lamentable y un sentimiento estúpido porque lo único que logran es que uno no se venza. (Y… ¡Esta bien! ¡No hay que vencerse!) Sí, bueno, te quiero ver después de mucho tiempo llorisqueando por ahí, o de sufrir viéndolo con otra o por cómo no le interesa ni lo más mínimo de vos, si esta bueno el ‘no vencerse’. Gracias, prefiero vencerme.
Pero la vida es tan injusta, como bien dijimos antes, que ni siquiera uno mismo puede decidir cuando vencerse. ¡¿Cuántas veces dijimos: Ya esta!, esto se terminó!?
Y al día lo estas llamando, por no decir a las horas.

La cosa esta jodida.

Lo peor es que a veces, personas como yo o quizás muchas otras habrá en el mundo, que batallaron las mil situaciones y lograron cambiar esa realidad. Yendo a un ejemplo claro: Demostraron ser esa persona ideal con quien compartir algo, esa imagen comprensiva, ese retrato jovial y perfecto para amar. Listo, lo logramos. Pero, ¿Qué pasó ahora? Tenemos una situación ni, con una ‘persona no’, es decir que es mas mala que el sida. Estamos a mitad de camino, pero hicimos todo ese esfuerzo totalmente en vano, ¿Porqué? Porque las personas NO CAMBIAN. Y métanselo en la cabeza.
Por que aparte de que no cambian se las ingenian para que mientras más cerca creas estar de lograr que cambien, después te bañen en agua fría demostrándote con alguna actitud hermosa que no. Genial.

La cosa, aparte de estar jodida, no tiene fin.

¿Se acuerdan que había que cambiar nuestros gustos y pretensiones? Bueno, por el lado bueno, les cuento que NADA ES IMPOSIBLE y que de esta frase si que no pierdan las esperanzas, porque tarde o temprano, uno se olvida, se cura, encuentra a otro, llena su vida con algo más que le de nuevos sentidos y le abra nuevos caminos.
Pero, por el lado malo, ¿Qué pasa? Cuando uno ya no demuestra el menor interés, a aquella persona que no cambiaría nunca, a esta le empieza a llamar la atención su GRAN y REPENTINO CAMBIO, tanto que lo toma como un no.
Por lo tanto se propone reconquistarte, y se da cuenta de que te dejo ir. Su peor error.
¡Ja! ¿Jamás termina? Entonces, como ya dijimos el hombre tiene tendencias al sado, por lo cual, cuando ya te habías asegurado de que tu vida era mejor ahora y de que ya había pasado todo, te vuelven las dudas. Esas típicas dudas que traes vos misma. Clara y típicamente sado.

Somos clara y típicamente tristes.
Tengo tres concejos: Reite mucho, preocúpate menos y no vivas ni lento ni rápido. No hay remedio para las otras enfermedades.
(L)
Dani.-