21.9.11

LA RECTA FINAL

Señores lectores, por favor apaguen su música y denle play a esta canción que les traigo. Me propuse intentar que sientan esta entrada, como si fuera de Uds. mismos. Quizás hoy, quizás ayer, quizás en algún momento donde sintieron esto, para poder mostrarles que todos hemos pasado por esto y que se siente exactamente igual. Pero, lo mejor, es que se supera: 





Creo que el final está llegado. La prueba de vida o muerte. El hilo se corta por lo más fino. Ayer sentí que casi lo había superado. Sabiendo que podía ser un rápido sentimiento engañoso de rencor, aguardé en silencio. Hoy me sentí igual: Casi afuera. Y, aunque casi es nada, sentirse cerca del final del túnel se siente tan bien. De repente comienzo a ver todo tan claro. Empiezo a entender que ya fue lo que era. A entender que no quiero lamentarme más por él. A aceptar que ya no funciona, que ya no es lo mismo. Siete meses después empiezo a entender lo que él entendió mucho más rápido, pero yo necesité mi tiempo:
Mi tiempo para despegarme uno a uno los recuerdos del alma. Mi tiempo para convencerme de que no tendríamos hijos, ni viviríamos en ese caserón hermoso, con perros y gatos pululando. Mi tiempo para llorar. Mi tiempo para escribir una a una las entradas en este blog, maldiciendo. Mi tiempo para imaginar casi 500 veces que nos volvíamos a juntar. Mi tiempo para pensar y meditar que había hecho mal. Mi tiempo para estar sola. Para estar con otras personas y darme cuenta de que no estaba lista para avanzar. Para entender que no quería avanzar. Mi tiempo para extrañarte ferozmente todos los días. Mi tiempo para sentir que la vida se me había acabado y que pasar por cada lugar donde estuvimos era una puntada en el pecho. Para meditar en como soy, en que cosas debo cambiar, en que es lo que soy hoy y en que seré mañana. Mi tiempo para encerrarme en mi misma. Para equivocarme, para acostarme con otros hombres. Mi tiempo de decir: ya lo superé y durar 5 minutos en darme cuenta que no. Tiempo para hablarte e intentar cambiar algo que nunca cambió. Tomarme tiempo para soñar con vos cada noche. Para tener frío de noche y acordarme de ese perfecto fin de semana en el mar, muertos de fríos y juntos. Tiempo para ver como te interesabas por otra mujer en mi propia cara. Para sentir en los huesos tu humillación. Para sentir tu desinterés. Para que tu nombre me generara eco en cualquier persona que así se llamase. Para temblar cuando me llegaba un mensaje de texto, pensando que eras vos. Para esperar días eternos a que me llamaras y que nunca pasara. Para preguntarte, ¿por qué todo terminó así? Preguntarte ¿por qué nunca te dejaste querer? Tiempo para demostrarte que seguí adelante, cuando en realidad me moría de dolor. Tiempo para salir con amigas. Tiempo para buscar todas las excusas del mundo para hablar. Tiempo para sufrir todo lo que tenía que sufrir.

Dicen por ahí que los duelos duran un año. Si es así, todavía me quedan unos 3 meses de recta final. Pero hay algo de lo que estoy segura: Yo me podré olvidar de vos y podré superarlo. Podrá dejarme de provocar dolor acordarme de lo mal que estuve por esto. Quizás hasta podré dejar de llorar misteriosamente un domingo. Pero nunca voy a dejar de pensar que realmente sí fui lo suficientemente feliz con vos como para poder haber dicho: Soy feliz. Nunca voy a dejar de pensar que encontré esa otra mitad de la que todos hablan y nadie nunca jamas encuentra. Éste es el último llanto que te dedico, un llanto de despedida. Las últimas lágrimas y los últimos pañuelos de papel con los que lleno el tacho de basura.


Todos decimos ya lo superé y sabemos que no es así, decimos que intentamos y no se puede, pero hay una diferencia entre esas personas y yo, hoy.
¿Por qué se realmente que es el final? Porque me di cuenta de que, hoy, quiero olvidarte.
El resto se seguirán mintiendo, como yo lo hacía. Se seguirán diciendo que no depende de ellos olvidar, que simplemente va a pasar. Pero no, la realidad es que no quieren hacerlo. Seguir al frente, herido, pero erguido, depende tan sólo de querer hacerlo.

Es la recta final. Mente abierta a lo que vendrá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario