27.5.13

Segunda oportunidad

Cuando alguien a quien aprecias se aleja, duele. No solo duele extrañar, ni duele solamente el hecho de ya no verlo, o de no saber de esa persona. Duele, en una mayor e inconsciente parte que tu pecho debe aceptar, que esa persona ha elegido o a podido seguir adelante sin ti. Saber muy, pero muy adentro que alguien ha elegido prescindir de tu presencia, de tu compañía.
Y todas las noches, mañanas y tardes, te azota la mente una pregunta, una simple y difícil de contestar pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué ha podido seguir viviendo sin importar si tu estabas en su vida o no? ¿Por qué tienes que sufrir las decisiones de otros, cuando si por ti sería, no te hubieras alejado? ¿Por qué tiene que ser tan difícil seguir sin él, así como el siguió sin ti? ¿Por qué no le pasó a otro?

Tomarte un momento para pensar que fue lo que salió mal y no entender. Haberte esforzado mucho y, aún así, perdido... sin saber porqué.
No quiero pedirle ayuda a nadie, porque ya se exactamente como es, tengo vasta experiencia en el campo. Solamente no entiendo o no quiero entender porqué. Preguntarme en qué medida es bueno abrirse a alguien en cuerpo y alma, si de alguna manera todo lleva a esta sensación. Si de alguna manera, eso lleva a arriesgarse tanto por algo o alguien que no devuelve lo mismo.
Y uno tan sólo quiere que aquella persona entienda. Entienda que no es cuestión de drama, de insistencia o testarudez, es cuestión de hacer que funcione. Por que les tengo una novedad: Esto va a pasar siempre. Las personas con las que elegimos pasar nuestra vida, no están allí solo para ocupar un lugar físico en el universo y para hacernos sentir siempre bien y en el lugar indicado. Están ahí para modificarnos emocional y mentalmente, para conmocionarnos, para hacernos enojar, recapacitar, para provocarnos algo tan adentro que nos logre hacer mejores personas. Esas personas que nos dicen buenos días todos los días, sólo porque así elegimos que fuera: una pareja, un amigo, quien fuese, nos debe dar lo mejor de sí en alma y mente, para que eso nos ayude a nosotros mismos a seguir adelante y a tomar decisiones.
Por eso, cuando alguien decide continuar sin uno, la mente y el corazón no comprenden: ¿Por qué? Sobre todo cuando han dado muchas oportunidades, segundas, terceras y cuartas oportunidades a las personas que realmente lo necesitan. Yo no necesito una segunda oportunidad, yo di todo en mi primera, pero mi mente y mi corazón están dispuestos a dar otra oportunidad, a quien lo necesite.

Perdonar es el primer paso para liberarse.




No hay comentarios:

Publicar un comentario