9.6.09

bla bla bla

No entiendo porque a veces nos cuesta tanto conformarnos con lo que tenemos. Nos ponemos a fantasear al 100% sobre algo que no sabemos si va a pasar, cuando quizás podríamos ocupar nuestras mentes en algo que sabemos que es mucho más posible o real. Pero no, nos gusta ver como tarde o temprano se cae la ilusión. Nos gusta rogar por lo imposible, mientras tenemos otras opciones mucho más cercanas y hasta que nos llenarían más. Estamos tan desesperados por lo platónico que las cosas verdaderas y transparentes pierden, completamente, el color, las ganas, todo. Definitivamente, queremos lo chueco, lo torcido y jodido.
Lo peor de todo es que no solo nos enfermamos la cabeza ideando lo imposible, sino que cuando, de una vez por todo se cae, viene la parte del luto.
Nos cuestionamos largos ratos de porqué, cómo y cuándo paso lo que pasó, cuando, inconcientemente, siempre supimos que lo que se estaba generando, con el tiempo, no funcionaría. ¡Qué cosa tan increíble el tiempo!
Cuando queres que pase lento, vuela. Cuando queres que pasa rápido, se arrastra. Jamás estamos de acuerdo con el tiempo. Si paso lento, pasó mucho tiempo y eso ya se volvió pesado. Si voló, no tuvimos tiempo para disfrutarlo y no nos sentimos satisfechos. También pasa por el hecho de que nosotros JAMAS estamos conformes. Y cuando decimos jamás, es realmente jamás. Justamente por eso siempre podemos encontrarle ese defectito imperceptible hasta a los más ‘perfecto’. Perfecto entre comillas, por el hecho de que no creo que exista nada perfecto. No me digas Jesús, por que no soy cristiana. Hablemos de cosas terrenales.
Hablemos de cuánto me cuesta hacer borrón y cuenta nueva. Por que en realidad, no hay cosa que cueste más que lo que realmente no se quiere hacer. Como dejar el cigarrillo, que gran mentira, pero jamás lo quise hacer y jamás podré, hasta que un día quiera. Lo complicado es que si no nos damos cuenta rápido de lo que es bueno y malo, el día que queramos de verdad, quizá ya no va a correr por cuestión de voluntad, sino de fuerza. Ya va a ser tarde.
El problema es: si no quise dejar algo que realmente hace mal, porque querría dejar algo que me hace bien. Aclaremos tantos, vos me haces bien, pero cuando queres. Por que la verdad, que cuando no, realmente me haces bastante mal.
Pero bueno… me fui por las ramas, volviendo a las cosas terrenales. Cuando, en verdad, no queres dejar algo y simulas internamente que si, ese esfuerzo constante por hacer el borrón y la cuenta nueva, se transforman en frustrantes. Mejor, dos opciones: O te haces cargo de lo que realmente queres o te mentalizas de que realmente lo que queres es malo para vos, y te lo crees, sino no tiene mucho sentido.
De todas maneras, es tan fácil hablar bla bla bla, y tan difícil hacer.
Sino, mirame a mi, llego a mis mejores conclusiones en el papel y después, parece que me las hubiera bajado de Internet, por lo mal que sigo el instructivo a la hora de actuar.
Jamás hacemos lo que realmente querríamos hacer. La pregunta es: ¿Hay que acostumbrarse a eso o hay que intentarlo cambiar?

No hay comentarios:

Publicar un comentario