15.9.09



¿La vida que tenemos ahora es una mala consecuencia o es resultado del esfuerzo?
¿Llegamos a donde quisimos llegar o llegamos a donde pudimos llegar?
¿Dejamos de estar con quien queríamos dejar de estar o nos dejaron quienes queríamos que estén? ¿Los caminos que tomamos son elegidos o nos son expuestos?
¿Elegimos vivir así o así es como eligieron que vivamos?
¿Creamos este mundo globalizado, lleno de celulares, Internet y altos niveles de comunicación para acercarnos o para alejarnos?
¿Buscamos que un mensaje de texto logre darnos ese sentimiento de hallarse entre una multitud desconocida o que nos separe de las relaciones de proximidad tan cercanas?
¿Es soberbia o es amor? ¿Es alejarse o acercarse?
Preguntas retóricas que vivimos todos los días. Miramos por las ventanas de los colectivos y nos sentimos mal por alguien, sentimos pena por uno, envidia por otro.
Pero... ¿Qué sentimos por nosotros mismos?
¿Acaso nos damos cuenta de que vivimos cada vez más aislados entre sí? Nos miramos con desprecio y las herramientas del hoy están esperando ser utilizadas para seguir abismándonos, para seguir creciendo ellas mismas. La vida de hoy no existiría si nosotros no la alimentáramos. No tener un celular hoy es estar fuera de una red, de la cual forma parte una gran cantidad de mundo. Todos sumergidos en ese mensaje titilante en la pantalla que espera ser respondido y la cadena continúa.
Los días avanzan y las relaciones cercanas pierden importancia y se vuelven obsoletas y redundantes. No queremos ver que ya perdimos la costumbre de mandar cartas, declarar amor personalmente y estar acompañados más tiempo que el que estamos solos. No por no querer avanzar tecnológicamente sino porque los caminos más fáciles, de este mundo diluido en el que vivimos, son los más cómodos y rendidores.
Tenemos Messenger para poder estar más tiempo solos, pero a la vez todo el mundo puede contactarnos. Nada cara a cara, nada de escuchar voces ni de tener que hablar con personas que no queremos hablar. Nada de saludos por compromisos, existe el Block. Haciéndonos más cobardes y remilgados. Disponemos de íconos para representar sensaciones, caras, gestos, pensamientos.
Tenemos e-mails, wi-fi portátil, notebooks y más wi-fi en cada lugar al que vayamos. No son necesarias las postales o la buena gramática si podemos abreviar palabras y que nuestro mensaje llegue lo más rápido que puede llegar un mensaje. Así es todo: rápido, hueco y vacío.
Hasta tenemos internos en las casas, no sea cosa que tengamos que comunicarnos entre nosotros. ¿Por qué habría de comunicarse una familia? Al menos mi familia para no buscarse por la casa se llama por el interno del teléfono. Increíble.
Este es el mundo que creamos, del cual no puedo evitar alegrarme cuando veo cuán tecnológicos somos (haciendo valer la redundancia del país en que vivimos), pero tampoco puedo evitar preguntarme: ¿Creamos este mundo diluido para acercarnos o para alejarnos?

1 comentario:

  1. Tus post de verdad me sorprenden, me alegra cada vez que hay uno nuevo.

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