13.9.09

self-sabotage

Decís ‘No voy a poder, no voy a llegar, jamás me saldría’ y ¿eso es realmente verdad?
¿O es esa realidad paralela que nos creamos para nosotros mismos? Esa realidad donde todo lo que hacemos sale mal, los fracasos son los comunes finales de los experimentos y creemos que el único remedio contra eso, solamente, es ser concientes. ¿Ser concientes de qué? (‘Por lo menos estoy preparado para el golpe’)
La desilusión es uno de los shot más amargos. Imaginate que nos inventamos finales para evadirla. Es horrible, verdaderamente, estar ilusionado al 100% y pasar de 100 a 0 en un golpe. Por eso hay quienes piensan ‘bueno, quizás pasar de 50 a 0 duela menos’. Nos preparamos mentalmente, nos hacemos a la idea, hay quienes se prepararán una venganza, otros que llorarán de ante mano para no llorar después. Todos, a su manera, se preparan para la debacle. “Si voy sin demasiadas expectativas a la fiesta, si es mala va a ser algo esperado y si es buena me sorprenderá.” Queremos que las únicas sorpresas que se nos avecinen sean buenas. No queremos toparnos con algo que salió mal. No queremos estar equivocados ni que se nos caigan los planes planificados desde hace tanto tiempo. No queremos que nos sorprenda algo malo que se salga de la línea. De lo esperado.
Por eso nos preparamos un final triste para nuestra historia de amor, sea prematura o no. (“Seguro que no me invita a salir más” “Me dejó de amar, estoy segura” “Le gusta otro y esto ya se terminó hace rato”), nos preparamos un final triste para nuestros esfuerzos hechos (“Voy a reprobar” “Seguro que me la paso todo el verano dando materias” “No me van a llamar de esa entrevista ni loco” “No me ascienden hasta los 40”) y nos preparamos todos pequeños fracasos ‘premeditados’ sólo y con el simple fin de que si eso llegara a ser así, cuando llegase el dolor sería menor. No queremos por nada del mundo que esas cosas pasen, es más, las decimos en voz alta y por dentro rezamos repitiendo ‘ojala que no, ojala que no’ pero queremos prepararnos mentalmente para lo malo. Así debe doler menos, piensan muchos.
Soliendo, yo Daniela, llevar todo a lo racional, metódico y lógico, pienso:
Caso A
Vos estas mirando el techo y yo voy y te doy vuelta la cara de un cachetazo.
Caso B
Vos me estas mirando y yo te digo: Quedate quiero que te voy a dar vuelta la cara de un cachetazo. Vos te quedas y yo te la doy vuelta.
Teniendo en cuenta, de manera obvia y redundante, que el cachetazo es dado con la misma intensidad, ¿Cuál duele más?

Los dos duelen por igual, los dos siguen picando después de haberte golpeado y los dos te dejarán la cara igual de roja. La diferencia, y debo decir, GRAN diferencia es que en el Caso B estas avisado. Es una naturalidad del ser humano, querer estar avisado de todo. No entendemos que estar avisados o no no reduce el dolor. No entendemos que estar avisados de todo sólo generaría en nosotros el querer cambiar lo que va a pasar o peor aún, el preparar el efecto siguiente a la causa. Es decir: “Ah! ¿Me va a cortar? Mejor voy, le corto y la insulto primero” “¿Cómo que va a elegir a este hijo de puta para gerente y a mi no? Ahora voy a renunciar, antes de pasar vergüenza” “Bueno, al menos cuando me insulte voy a tener preparado lo que le voy a decir para que duela”, etc.
Obvio que estaría buenísimo estar preparados para todo, sobre todo para saber que dos pasos más adelante hay una baldosa floja, la saltamos, el pantalón queda limpio y listo: chau problema. Pero hay miles de cosas por las cuales no deberíamos actuar forzosamente. Quizás las cosas no son como en realidad creíamos o nos contaron (véase, quizás ella no te iba a dejar. Quizás, en el Caso B, yo solo te mentía y no te iba a pegar. Claramente la hubieras dejado a tu novia, cuando ella no iba a dejarte, o me hubieses pegado a mi y todo sin sentido), pero por sobre todas las cosas el único motivo por el cual saber las cosas de antemano solo las estropea es por que la espontaneidad es la llave de la naturaleza del flujo de la vida. Ser espontáneo es así de clave como difícil.
Mientras más queremos ser espontáneos, más robótica se pone la cosa. Perseguir a lo espontáneo es escapar de ello. Ser espontáneo nos salva de auto-sabotearnos. Darnos cuenta de que cuanto más fingidos son los caminos, la vida no nos creerá y dejarán de existir. No por que la vida sea un ser supra-racional y divino que todo lo sabe y que forja nuestro destino, sino porque algo inventado es algo que a la larga ni nosotros mismos creeríamos.
La naturalidad es la raíz de lo natural, valga la redundancia. Y es así de simple como dejar de buscar estar preparados para cada ínfima cosa que vaya a pasar, sino vivir las cosas conforme la vida las vaya poniendo en el camino. Típica frase, pero por más que odies lo trillado, sabes que es así. Y… no te hagas drama, a mi tampoco me sale. Pero tenerlo claro es un comienzo, ¿no?

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