23.9.10

siempre cambiando

Estar melancólica me pone demasiado sensible, al punto del llanto. Es increíble, pero a la vez me da la sensación de que es un 'algo' que me gusta. Algo así como masoquismo.
Ni siquiera dejé mi trabajo actual y ya pienso lo que sería dejarlo. Me da la impresión de que uno pide y pide y pide cosas y no da cuenta de las cosas que conllevan eso que pide. Quiero decir, que quizás cuando algo que uno desea mucho se cumple, no nos damos cuenta de cuantas cosas buenas tenía eso viejo que teníamos y queríamos cambiar.
Una nueva empresa dónde trabajar, un nuevo barrio donde vivir, una nueva facultad dónde estudiar o una nueva estación del año en la cual vivir.
"Quiero un trabajo nuevo!"
"Quiero que llegue el verano"
Y cuando finalmente llega, caemos en la cuenta de que esa estación que despedimos tiene millones de recuerdos, como las noches abrazado a ese alguien muy abajo de la frazada, las sopas de la abuela, la bufanda que tanto nos gustaba o el sentimiento placentero de poner las manitos en la estufa cuando recién llegabas a tu casa.
Ese trabajo viejo que tanto odiaste... Y ahora que se te cumplió el deseo y vas a avanzar, sólo te queda mirar para atrás...para ver que dejaste, como era y como es ahora.
Las mañanas llenas de risas por alguna broma creativa de algún ocurrente, los cafés de la máquina, las fiestas de fin de año, las personas y sus sonrisas, las personas que realmente fueron amigos más que compañeros, los problemas que te hicieron crecer o la posibilidad de, simplemente, ser quien eras, y que todos ya conocieran, mal o bien, tus mañas, tus cosas buenas y tus cosas no tan buenas.
Seguramente ese nuevo trabajo va a tener una máquina de dónde sacar café. Va a tener gente que te haga reír, va a haber amigos nuevos que valdrán la pena, pero nada se va a comparar con las cosas que te dio ese viejo trabajo.
El verano te va a traer las vacaciones, el calor, el sol y la playa, pero vas a extrañar taparte la nariz con la colcha. (Por eso ponemos el aire acondicionado fuerte y nos tapamos!)

Por ahí, pensar de esta manera antes de tiempo es tortuoso, pero sinceramente no lo puedo evitar. Tengo miedo a los cambios. El desequilibrio me aterra. Cuando me acomodo en un lugar, mal o bien, rutina y caos, prefiero quejarme antes que cambiar. Lamentablemente, la vida cambia y si no cambias con ella, te pasa por arriba.
Lo feo que va a ser el año que viene cuando termine la facultad. Eso si que va a merecer un par (bastantes) de entradas de Blogspot!!
Es lindo extrañar, sólo cuando se sabe que ese algo se va a seguir teniendo. Sino, ya pasa a ser una falta constante. Lo permanente nos asusta, porque... básicamente, es para siempre. ¿Siempre me va a gustar/servir/amar "esto" que tengo ahora?
¿Y si no me gusta ese trabajo nuevo?¿Y si cada vez hace mas calor que es imposible vivir?¿Y si me siento inútil una vez ya terminada la carrera universitaria?
Y... lo correcto es, parar y preguntarse: ¿Cuestionarme o seguir adelante?

El conflicto es la condición del progreso, diría Marx...

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