Recuerdo ya estuve llorando por esto. Y yo que suelo estar siempre muy en las nubes de mis sueños y pisando con algodones para que no se rompa el caminito de cristal que me fuí armando.
Y ahora estoy asi, algo mal, algo triste, nada enojada, sin aire acondicionado y con hambre en las manos.
Me gustaría zamarrear a mi peluche y preguntarle: ¿Cuando?
Descubrimos que llegamos a una etapa donde, cuando nos herimos, tenemos que dar un poco más de los dos para agradarnos de nuevo.
No basta con olvidarnos. No me olvido.
Pobre tiene la cabeza quemada. Una vez me lo olvidé cerca de la estufa y se accidentó.
Tengo ganas de hacer mucho silencio y sentirme mal, tranquila. Y acá me tienen: sonriendo, de mentira.
Decir: "Estoy cansada", ya es un cliché y la angustia en el pecho se vuelve algo normal.
Me da piel de gallina y se me aguan los ojos de vez en tanto. No me da gracias lo que usualmente me da mucha gracia. Me parece vacío o sin sentido. No me dan ganas de hacer las cosas que siempre quiero hacer. No me dan ganas de planear, ni de soñar. Soy una persona tranquila no anciosa y, alarmantemente, buena.
La tormenta se disipa a veces, a veces no.
Tengo muchas ganas de dormir, qué mierda ya es navidad!
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