18.3.11

Metamorfosis

La metamorfosis es una manera de evadir el dolor, muchas lo hacemos, quizás les resulte conocido y familiar al oído, mejor dicho a la lectura.
Cuando tu pareja te deja el mundo se nos cae, todo lo que parecía tener sentido ya no lo tiene. Esa cajita de fósforos que tenía un dibujo que era tan simpático, ahora carece totalmente de gracia y, hasta nos puede llegar a irritar.
Es un dolor intenso que se traga, como agujero negro, toda rutina que antes nos era básica: los rituales de belleza, las jornadas laborales, la capacidad de estudiar o asistir a clase. El dolor se come todo, lo hace desaparecer.
Pero frente a esto, las metamóficas viajamos en el tiempo. Apenas nuestros novios nos dejan, volemos inmediatamente a nuestra rutina de soltera; al instante anterior al siguiente en el que conocimos a nuestro ex.
Como si la relación nos hubiese internado, desde el momento cero, en el infiermo más rojo y ardiente de la historia, vivimos la ruptura como una nueva oportunidad de vivir; resurgimos desde el fondo del agujero como una mujer con el corazón disponible para abrirle la puerta a un nuevo amor.
Lo primero que hacemos es adelgazar: baja diez kilos en un mes (cosa que aún esta en proceso) y recuperar la cintura que había desaparecido entre ravioles y canelones de la suegra, ex suegra..., cada domingo. Luego adoptamos algún hábito sensual y extravagante, tales como aprender algun idioma, hacer danzas árabes o simplemente alterar nuestra producción matutina física a un nivel infartante. Como adolescente rebelde, nos volvemos contra TODO lo que formaba parte de ese vínculo. Si a nuestro ex era admiistrativo contable, ahora buscamos un pintor o actor de teatro independiente. Si detestábamos salir, nos entregamos al quilombo desenfrenado de las noches y las fiestas. Si odiábamos a las rubias, el platinado blancuzco será nuestro próximo color de bello capilar posible que exista sobre nuestra cabeza. Si salíamos con un intelectual, nos volveremos una muñecas cholulas que degusta libros esceritos por Jorge Rial.
Toda metamófica llega a lo que yo llamo "el punto". Este punto es aquél momento en el que esta camada de locas con sentimientos despechados disfrazados de alivio y libertinaje, en el cual me incluyo, enfrentan una bifurcación en su camino: Creer o no creernos lo que esta frente a nuestros pintarrajeados ojos.
He aquí que el camino de este grupo de mujeres, buenas mujeres en el fondo, dolidas mujeres en el fondo, se divide. Por un lado, las que creyeron lo que querian creer y, evadiendo la realidad, optan inconcietemente por evadirlo hoy y siempre, hasta que su sistema lo elimine por completo y de alguna manera nunca hacen el luto. Por otro lado, están las que un día, culpa de una rosa (viejo recuerdo de su amor) que habían puesto a secar en un libro, las sorprende en el medio de la búsqueda de algo superficial y las descoloca completamente. Ésto le da a la metamórfica una patadita de pequeños volteos que la despierta del sueño de bella durmiente. Él ya no está, no va a volver, está sola...bla, bla bla. En ese momento, estalla y comienza el luto desde cero como si hubiera sido dejada ayer, aunque ya hubieran pasado 5 meses y el la hubiera olvidado completamente. De hecho, más tarde se lo encontraría en el shopping, de la mano de una mina 5 años mayor que, mascando chicle, exprimiría su paz y tranquilidad mental poco a poco, con cada globo que explota.
Si hasta acá, estan pensando que la afortunada es la metamórfica opcion A (la que evadía para siempre el luto), se equivocaron. Esta supuesta 'afortunada' suprimirá el dolor de manera inconciente, evitando pensar en todo lo que le causa dolor, evitando ir a esos lugares donde antes iban, las comidas preferidas de el, esquivando a la gente con su perfume. Pero, hay algo que resaltar, quienes sabemos algo acerca del oscuro inconciente es que tarde o temprano, el luto viene a cobrar venganza por haber sido evadido: en forma de tic en la ceja, brote/sarpullido en la cara o tembleque en el brazo derecho.

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